El complejo tejido de relaciones que vamos construyendo desde que nacemos hasta la edad adulta, es lo que Rof Carballo llamó Urdimbre Afectiva. Esa red afectiva es la base de nuestra identidad. Por eso los seres humanos no podemos ser tratados separadamente como individuos aislados, si no como seres biopsicosociales. Aquí radica la importancia de un abordaje como Biodanza, que nos propone un entorno grupal afectivo que permita reconstruir de manera integrada la urdimbre primordial. Por eso, frente a la pregunta ¿Por qué hacer Biodanza hoy? podemos responder: Porque en una sociedad que ha roto los lazos afectivos, de reconocimiento del otro, de empatía y solidaridad, es imprescindible reconstruir la urdimbre afectiva, no sólo para cambiar y sanarnos como personas, sino para poder reparar el tejido social donde todos vivimos.